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Néstor Mas

EL TELÓN VERDE

En mi pueblo hubo un cine. Una de esas salas antiguas de incómodas butacas abatibles de madera, suelo entarimado y gallinero en lo alto con una barandilla ondulada de cornisa de escayola. Ambigú, donde a los chicos nos vendían palomitas, chicles, pipas…, y todo. La pantalla sobre un pequeño escenario con un viejo y polvoriento telón verde.  Incluso una vez, en la escuela, hicimos una obra de teatro que representamos en aquel escenario. Recuerdo que era un cuento de un tal “Wilde” que se llama “El jardín del gigante egoísta”. Yo era el “niño dos”.

Nos gustaba subir al gallinero y ver desde allí la película. Yo intentaba sentarme lo más cerca posible del ventanuco abierto en la pared de la cabina de proyección. Justo en la butaca de debajo, si había corrido lo suficiente al abrirse las puertas y subido la larga escalinata, que conducía a él, como un rayo. No siempre era posible porque todos corríamos como alma que lleva el diablo. Ocupar aquella butaca, o las contiguas a ella, te proporcionaba ciertos privilegios. Entre ellos, el de poder cortar con la mano el denso haz de luz que emanaba de aquel óculo y  proyectar su sombra, ampliada a un tamaño descomunal, sobre la pantalla. No sin los correspondientes pitidos del respetable y gritos del maquinista.

Boquiabierto, veía aquel misterioso e inmenso chorro de luz que cambiaba de color, reflejada en el polvo y el humo –siempre había gente que fumaba-  y se convertía después, al chocar contra la pantalla, en nítidas imágenes. Imágenes, que además hablaban. Si hubiese existido la magia, hubiese sido algo muy parecido a aquel fenómeno. En mi imaginación infantil, existía.

Que aquel polvoriento telón verde se abriese cada tarde de domingo, y descubriese la gran pantalla en la que se proyectaría la película, era una suerte de viaje iniciático a través del cual  podías adentrarte en quién sabía qué exóticos mundos.

 

                                                    * * *

2 comentarios

tere -

Me ha encantado, me he ido con el niño del cuento al cine del telón verde, he dibujado en la pantalla con mis dedos en forma de V una "superuve", y sobre todo me he olvidado que ahora se me para la lavadora y tengo que tender. Gracias

ana a. -

Muy hermoso, Néstor, escribes muy bien.